Paseando por la playa en el verano de 2003, localicé un trozo de madera, negra, llena de incrustaciones calcáreas, con infinidad de profundos y amplios surcos y perforaciones de carcoma y polillas, con una densidad enorme que la hacía pesadísima.

Después de limpiarla a conciencia quería lijarla y pulirla para sacarle el color propio de una madera que no conocía. Fue prácticamente imposible conseguir un color que no fuese el negro. Aquel trozo de madera estaba completamente impregnado de algún líquido oleaginoso que la hacía indomable.

Con gran esfuerzo le corté un trozo de uno de los extremos y lo añadí a un lateral en su parte superior.

Le coloqué como peana un trozo de granito negro, resultando una figura de 86x21x20 cm. y 4,2 Kg, que llamé Pingüín por su parecido con esa ave marina.

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(Colección privada)