Paseando por Internet, sin proponérmelo, me di de bruces con un gato de un Seat 600 que estaba a la venta. Inmediatamente se me agolparon los recuerdos y traté de hacerme con él. Finalmente lo he conseguido.

No tiene nada de raro que me llamase la atención, puesto que mi primer coche fue precisamente uno de esos emblemáticos 600. Creo que todos los que tuvimos uno de ellos, guardamos un sinfín de recuerdos y anécdotas de todos los colores, reparación de incontables pinchazos incluidos, pero en un balance final el saldo es muy positivo.

Me parece que el mejor homenaje que le puedo hacer al gato es encumbrarlo en una peana. De por sí el gato ya es una obra de arte. Aunque mecánicamente podría ser muy mejorable, estéticamente me parece insuperable.

La peana es de granito gris perla fino de 20x10x6 cm. (no se merece menos). Después de un adecentamiento “muy respetuoso”, sin desbloquear el enganche ni la manivela ni el tornillo, lo coloqué  sobre ella, firme y orgulloso.

No he sido “respetuoso” con un solo elemento. Ese voluntario “error” lo hago como travesura para que lo descubran los “forofos” del 600. (He dejado muchas pistas en la descripción para descubrirlo fácilmente y doy la última: se ve perfectamente en la primera foto de la izquierda).

La finalizo en marzo de 2019 y las medidas totales son 56x20x10 cm. con un peso total de 5 Kg.

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(Colección privada)